La Nota “Antiqua et nova”, emitida por los Dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura, recalca que la Inteligencia Artificial (IA) es una herramienta que no puede reemplazar la riqueza de la inteligencia humana. Aunque su nombre puede dar la impresión de que posee capacidades humanas, la IA carece de pensamiento, creatividad y discernimiento moral. Su uso debe ser complementario, no sustitutivo, de la capacidad humana para comprender la realidad y actuar éticamente.
El documento destaca que la inteligencia humana es única, pues no solo es racional, sino también afectiva y social, fundamentada en relaciones profundas entre personas. A diferencia de la IA, los humanos tienen una comprensión genuina del bien, la verdad y la belleza. Es esencial que quienes diseñan y usan la IA asuman su responsabilidad moral y garanticen que sus decisiones promuevan la dignidad humana y el bien común.
Además, la Nota advierte contra la dependencia de la tecnología, sugiriendo que la IA debe servir para enriquecer los servicios y relaciones humanas, y no para crear desigualdad social ni para ser utilizada en la toma de decisiones bélicas, donde puede tener consecuencias devastadoras. Se subraya que la IA debe promover la sabiduría del corazón, ayudando al ser humano a ser mejor, y no transformarse en una herramienta de control o explotación.